Aechenia Karum Nae

"Blog conservado en alcohol".

9/27/2005

 

Manifiesto:

"Autocongruencia"

Mucha gente se ha de preguntar -lo veo en sus caras-, porqué estilo mi cabello así, tan desaliñado, tan dejado, tan trapeador.
La mayoría -lo veo en sus burguesas caras-, se ha de contestar sola que estoy verde, que estoy chavo y que lo hago por pura rebeldía. Que tengo algo que expresar.
La verdad -véanla en mi cara los que me conocen- es que lo uso así porque, léanlo bien, no tengo cosa alguna que expresar.
No tengo nada qué decir con mi cabello.
Tampoco tengo nada qué decir con mi ropa.
Lo que tengo que decir -que casi siempre es mucho- lo digo con la boca, y aún así, siempre trato de ser breve y conciso.
No voy a entregarme a kinestéticas y semióticas inanalíticas. No voy a peinarme si no lo quiero bajo una razón potente. Es la misma razón por la que no dejo de usar mis viejos tenis de tres años de olvidada edad y por la cual no uso collares ni cadenas, pues no soy un reo. Es por eso que no tengo tatuajes que se vean con los ojos ni ojos que juzguen por tatuajes en la piel. Es por eso que soy el súper hombre nietzschesiano, el hombre del fin de los tiempos de Dante y Marx.
Es que trato de ser una emancipación de mi mismo. Como hombre. Como humano. Como ser.
Que me vean cual gusano cuasiforme, que me griten el peor de los barbarismos barbáricos de la barbarie, no importa.
Es el precio por ser congruente.

9/25/2005

 

"I don't speak english"

"Cuenta la gente del lugar que, aquel hombre mexicano quería cruzar el río para llegar al 'otro lado'.

Era ya un amarillo atardecer en Comonfort, cuando el hombre decidió irse en busca del 'american drim'.

Tomó sus cosas de valor, se despidió llorosamente sus seres queridos y se perdió en el horizonte de su familia.

A esa hora ya no había nadie en el pueblo. La mayoría comía, se preparaba para dormir o algo por el estilo cotidiano. De modo que se ahorró muchas despedidas doloras.

Pasado un largo rato llegó al río.

Sin decir nada se persinó y... a cruzar.

Era invierno y el tipo logró atravesar el agua hasta la otra orilla, pero una vez oscurecido, murió de hipotermia.

Lo malo no era eso, sino que nadie le dijo que el Río Laja no era el Río Colorado. De modo que murió pensando que la tierra del dólar era el rancho de Don Juan.

Dicen que desde entonces, cuando cruzas el puente de Comonfort al rancho y vas solo, en el silencio nocturno sientes un soplo en la oreja derecha. 'Ay dont espik inglish' -dice el tenebroso y rápido susurro. Mucha gente se ha caído del puente por el susto.

¿Para que el tipo se aventó nadando si hay puente?

También dicen que si puedes pasar por él sin caerte por el espanto, más adelante, cerca de una hacienda, sale un pordiosero con un cuchillo.

Se te acerca y de la nada saca un pan y te pregunta: '¿Tienes mantequilla?', y que si tienes -terrorífico- mantequilla, se la unta al pan. Y si no tienes -más terrorífico-, simplemente se va".

9/24/2005

 

"Hay demasiado aire"

Es más de lo que podríamos necesitar.
He vivido tanto tiempo frente a la tele, en la oscuridad.
He vivido tanto tiempo en las calles de alhógeno.
He pasado tantas noches muertas de lasaña descongelada,
que ayer que salí por la mañana sólo dije:
"Hay demasiado aire.
...Hay demasiado sol".

9/21/2005

 

"Un cigarro milagroso"

Necesito un cigarro milagroso. Uno que me embriague en morfina. Uno que me haga setir menos pesado, uno que sepa rico.

Uno que suene cuando se quema, que suene como las ojas secas pisadas quedito.

Necesito un cigarro milagroso para quitarme el apetito.

Necesito un cigarro que me de fuerza para largarme, para dormirme o para pensar. Uno muy milagroso, como buen Santo que es.

Que haga harto humo, para alterar la visibilidad. Que se pierdan las formas y se vuelvan a perder. Que algunas se quemen y otras se me adhieran a los pulmones.

Necesito un cigarro milagroso que me salve los pulmones. Necesito un cigarro, para fumar y beber.

9/18/2005

 

“Pláticas con Dios”

¡Hay, Leninito!, ¡Hay de tí!. Aver dime, ¿Qué estás haciedo?, ¿Ya te jodieron el periódico los pinches mencheviques, verdad? Ahhh que tiempos aquellos, mi Lennin.

Todo era blanco y negro y no había tanto incrédulo como ahorita. ¿Será que ya no hay cielo comunista, mi Señor? ¿Será que ya no existe ese cielo y yo estoy aquí como tu Sancho Pansa ciego? Esperando a Lenin que se fue a un lugar de la mancha del cuyo nombre no quiero acordarme.

Me inundaría en lágrimas.

¿Será qué no entendimos tus mandamientos bien? Porque digo: nos salió de la jodida.
Lo entiendo del mundo Señor, pero no los que se vistieron de rojo.

Me atrevo a sugerir que hubieses desterrado o muerto a ese Stalin. Ese perro nos hechó todo a perder, Señor Leninito.

Desde ahí señor, desde tu escritorio. Ni me miras. Eso me consuela, me hace sentir como que lo que digo son pendejadas sin importancia y todo lo tienes bajo control.

Claro, todo cambia cuando veo que tu y tu escrtorio están en un monitor que me manda imágenes de hace casi cien años.

Pero desde ahí, Señor.

Desde ese estéril momento en mi computadora.

Respóndeme por favor: ¿A dónde vamos, Señor Don Lenin? ¿Qué hacemos?. ¿Le vas a responder al más fiel de tus soldados rojos? Que yo, Señor por tu causa, estoy dispuesto a ser uno más. ¡Uno más, Señor!, uno más.

 

"La Música y el idioma"

"Esto es un divague, bueno no, es como la primera vista de la investigación. Es como el boceto, pero lo publico porque creo que aquí ya se entiende más o menos algo... o no???"

Una de las grandes características del arte es la universalidad.
Por esto entendemos que el arte trasciende más allá del tiempo o el espacio, y con este también del lenguaje.
La carencia de universalidad en una obra la convierte en solo un intento de arte mayor, pues poseerá mayor carga de valores de asociación y valores utilitarios, será mera artesanía en cuestión de un análisis estético.
La música en concreto ha sido la menos ligada a la universalidad por su carácter popular. Y es que esta ha estado presente en los cantos del pueblo desde fechas inmemorables, pero es así precisamente como deja de ser arte. No es que la música o el arte en general deba elitizarse o que todo lo popular no sea arte de tajo (todo depende del enfoque del “captor” o “perceptor”), Sino que se le ha dado un uso impropio (amenización de fiestas, medio de expresión poética, fondo para declamaciones, pauta para danza, etc.), equivalente a freír huevos con un violín.
Cuando en una canción la música adquiere un idioma específico, corrompe su universalidad.
EL IDIOMA DE LA MÚSICA
Es entonces pues, cuando se pregunta uno ¿Debe dejar de cantarse? O ¿En qué idioma debe hacerse?, A ello vienen muchas respuestas.
Lo que vuelve versátil a un instrumento musical es su capacidad –a partir de sus características técnicas propias o esenciales- de emitir sonoridades agradables al escucha.
La voz humana es uno de lo más versátiles instrumentos de la música entonces, ya que se puede tener una voz que inspire paz, sensualidad, maternidad, virilidad, guerra o con una técnica o modulación adecuada, una gama insondable de sentimientos despertables, cualquier estado humano.
El meollo del mecanismo sonoro de la voz y su versatilidad radica en una unidad: La sílaba.
Un idioma tiene en su repertorio trillones de sílabas que no son independientes, pues la mayoría están destinadas a palabras en específico y su sola pronunciación ya puede traer a la mente la palabra a la que pertenece. Todas esas sílabas vueltas palabras son “musicalizables”, pero al encontrarse con el factor de la universalidad, las piezas compuestas para este idioma se desbaratan ante la idea de que las sílabas unidas en una palabra carecen de significado en otra lengua.
Las piezas escritas en este idioma pues, ayudadas por su musicalidad, pueden transmitir sentimientos, pero siempre será parco el resultado. Para lograrlo bien se necesitaría un idioma universal, siendo paradójicamente el idioma universal, la música. Se necesita entonces prescindir de idioma alguno e instruirse en el lenguaje, entendido como capacidad humana.
NINGÚN IDIOMA PARA LA MÚSICA.
¿Por qué no un idioma universal artificial o como en otros tiempos: el latín?
Básicamente por una cosa: Si la música no necesita idiomas, es porque no tiene nada qué decir en el sentido estricto de la palabra.
¿Cómo usar la voz entonces sin un idioma? Pues simple: Con sílabas. Como cualquier otro instrumento transforma la idea y sentimiento del artista en su sonido característico y único; llámese un tono agudo y llorón del violín, el sonido eólico de un clarinete o la gigantesca y sobria escala de un piano de cola, Sin pertenecer a un idioma específico (como tampoco los instrumentos mencionados y todos los demás) la voz transformará la idea y sentimiento del artista en su sonido característico y único: La sílaba.
Así el artista genera un idioma propio, universal e inexistente como tal pero que con todas las prestaciones de la voz será capaz de transmitir emociones libres de la barrera del idioma.
Propio porque será hecho a su gusto y necesidad interpretativa individual.
Universal porque, aunque pudiera pensarse que se trata de un idioma personal y plenamente íntimo y por lo tanto inútil para comunicarse con los demás, las sílabas creadas por el autor habrán sido hechas para transmitir emociones pasando de cualquier idioma, es decir, sin atarse a ideas fono-gramáticas (Ej. escucho palabra-pienso signo-proceso información- pienso significado-asimilo idea-asimilo mensaje-espero siguiente palabra.), sino a ideas puramente fono-estéticas.
Esta liberación de idioma trae consigo una también liberación de procesos neurológicos, pues recuerde el lector que cuando se escucha un idioma distinto al materno uno no distingue palabras ni lo que las divide. Es por eso que al cantar en modo silábico (sin idioma) la obra es más apreciable en su conjunto, pues para el escucha no hay ilación entre palabras y se debe contar con más concentración para apreciar. Bajo esta modalidad de pensamiento, se provocan uno o varios efectos dominó de sílabas solo definidos por grandes pausas (silencios) o por el final de la pieza musical.
El escucha estará de este modo conciente de que el bloque silábico que se divide por silencios contiene una o parte de la idea del concepto musical de la pieza, procesando en su entendimiento segmentos acústicos más largos; ocupando así en el proceso -por decirlo de algún modo- “Una estrofa silábica lo que una palabra en un idioma específico”. (Ej. Escucho silábica y asimilo mensaje durante el efecto dominó-espero siguiente silábica).

 

“El más triste Blues”

Puso la guitarra descuidadamente en el atril para tomar los pocos billetes de paga que de algún modo se las arregló para deber en otro lugar. La garganta y la cabeza le dolían por los cigarros piratas y la cerveza quemada, pero en Alejandro un quejido era raro, más bien la expresión, cual fuese, ya era rara en él.
Era todo un zombi de voz negra consagrado a amenizar “El Fogondre”, un barecillo alejado, mal frecuentado y de olor a orines, todo eso que llaman un bar de mala muerte. Se hacían llamar Los Animados, aunque de animados no tenían ni el dibujo, una batería cuyo brillo existía ya en donde nadie lo recuerda y tocada por un mono que mejor dicho era mona, un travesti aviejado por la heroína que más o menos hacía por pegarle a los tambores, un bajo eléctrico tronante y empolvado tocado por un borrado cualquiera, una equis cualquiera, un tipo sin chiste ni gracia que parecía darle lo mismo un escenario grande que un sillón con una tele a blanco y negro.

De todos ellos no se hacía uno, pues Los Animados ya contaban con “uno”, Alejandro había sido un joven soñador como todos, con ganas de tocar su música como fuere y en donde se pudiera, no importaba dejar la escuela, no importaba empezar en sitos pequeños ni bares de mala muerte.
El talento le afloraba al muchacho, sus letras eran rimas perfectas y comunicantes y qué decir de su música fluida y armónica, era un chavo cuyos elementos de viaje eran su garganta y una guitarra. Comenzó su sueño como muchos hacen y pocos se atreven, dejó la prepa y la primera puerta que se le abrió a sus diez y siete años fue la caediza de “El Fogondre”.

Alejandro no quería muchos discos, listas de popularidad y jugosas cuentas de banco. Quería ser rico y famoso, pero a su modo, rico de música experimentada y famoso entre pocos pero sinceros corazones y aparte, ¡ja!, vivir bien de ello.
Eran aspiraciones grandes y el camino estaba más que espinoso y Alejandro lo sabía, sabía que tenía que empezar barato y desde El Fogondre.
Su primera tocada fue desastrosa, los micrófonos se viciaron, las letras se le olvidaron y la música se le iba de los puros nervios. Todo para él estaba saliendo mal, pero semanas después se dio cuenta que para quien estaba tocando había perdido ya el “corazón musical” como lo llamaba él, y les daba igual si lo hacía bien o mal, bastaba con que hiciera ruido para mantener al público de los mismos cinco drogados de siempre contento antes de que murieran en una navajeada cotidiana.
El sueldo era una merma, pero bastaba para comprar cigarros y cooperar con la renta de un cuartucho cercano al bar. Con algo más de experiencia semanal, se añadió a Los Animados, vecinos de un Alejandro entusiasta que en vez de callarlos porque no lo dejaban dormir en la madrugada, decidió unirse a ellos una muy loca noche como no habría nunca otras.

Treinta y ocho años pesan hoy en la medio encorvada espalda de Alejandro, vocalista de Los Animados que tocan cada noche de viernes y sábado en El Fogondre, Buena Vista esquina con Madero, Guanajuato, Gto. Muchos han sido los muertos salidos de ahí, talvez incluido Alejandro.
Pone la guitarra descuidadamente en el atril para tomar los pocos billetes de paga que de algún modo se las arregló para deber en otro lugar. La garganta y la cabeza le duelen por los cigarros piratas y la cerveza quemada, pero en Alejandro los quejidos son raros, ya no le importa nada.

Su voz negroide había irrumpido El Fogondre durante más de veinte años y aún no era rico con una banda tan pobre como Los Animados que no se movía para ningún lado, ni era famoso con ése público estático como masa, que más que público podía resumirse como un borracho necio y corpulento. La vida se le fue en sueños, en componerle canciones a las musas y cantárselas a la nada, su vida se convirtió en el peor de sus malos blueses.
Todo era una gran pesadilla de la que Alejandro no quería despertar, pues sabía en su corazón de niño que la realidad era aún mas pesada. Su único consuelo era su guitarra remendada, la cual también era su consigna y su castigo.
A veces piensa que hubiera sido mejor otra desgracia cotidiana y mala broma de la vida que quedar atrapado en su propio sueño y volverlo una pesadilla como él lo hizo. Si hubiese embarazado una chava hubiera tenido que trabajar en serio y progresar para alimentar dos bocas, darles un futuro, pero no lo hizo.
Si hubiese frustrado su sueño y seguir estudiando para Licenciado en Leyes hubiera sido un reprimido, pero reprimido no era, después de todo, desperdiciar toda una vida. Si un camión lo hubiera atropellado, le hubiera evitado seguir soñando su pesadilla y también lo pesado de despertar, en fin. Tristes divagues.
Pone la guitarra descuidadamente en el atril para tomar los pocos billetes de paga que de algún modo se las arregló para deber en la panadería.
La garganta y la cabeza le duelen por los cigarros piratas y la cerveza quemada, pero en Alejandro sólo vive el deseo de atravesar las calles solas de madrugada como diario para llegar a su cuartucho de siempre para alejarse de la mierda de público y de los asquerosos Animados y dormir para no pensar. De pensar para consolarse. De tocar para no soñar. De soñar para no morir.
Pone la guitarra descuidadamente en el atril. Acaba de sonar el más triste blues. Nadie lo oyó realmente.

 

“La línea recta y la belleza del hombre”

El hombre es, antropológica, matemática, lógica y estéticamente mucho más bello que la mujer.

El ser humano es el único ser vivo que no se adapta a su entorno, sino que adapta el entorno para sí, siendo tal que quien viaja al polo norte no desarrolla pelaje natural, sino que valido de su cerebro, es capaz de construir un sistema complejo de calefacción. De éste modo a través de la historia, el hombre ha tendido siempre a desplazarse por la vida en un concepto que para algunos es antinatural, artificial o considerado sintético.

Tal es así que el mayor invento de la humanidad no es el fuego casero, el idioma o la rueda; sino algo tan simple y a la vez abstracto como lo es la línea recta.

La línea recta es algo de plena invención humana, pues por más que nos parezca y queramos buscar, las líneas rectas no se encuentran nunca en la naturaleza. Las líneas que a ella se asemejan nunca se libran de algún ángulo de curvatura en x, y o z.

La línea recta es, según la geometría analítica, una sucesión de dos puntos sin curvatura. Y es sobre éste invento que el ser humano erige toda su historia, su escritura, su arquitectura y números; pero sobre todo, su amor por la exactitud. Éste amor por la exactitud tuvo una repercusión excepcional sobre la estética de lo llamado arte, a tal punto que se generó un nuevo parámetro para juzgar la belleza: La simetría. Si pasando una línea recta vertical u horizontal por en medio de un gráfico cualquiera las partes que se generen de dicha división son visualmente proporcionales, se dice que el gráfico es simétrico, y por herencia cultural, es bello. Aunque ésta regla no siempre es aplicable, pues existe la belleza asimétrica (es decir, sin simetría) tan presente en los paisajes naturales, con frecuencia éstos son gráficamente proporcionales por su composición de colores u otro factor estético, no obstante no existe ventaja alguna en cuanto a belleza se refiere de un cualquiera asimétrico con uno que sí lo es.

Llevando los conceptos anteriores a un análisis gráfico de la estética del cuerpo humano, se darán cuenta de que el prototipo de la mujer está constituido de grandes curvas desde la frente hasta los pies, mientras que el hombre cuenta con menores curvaturas y siempre es de una tendencia recta, casi cuadrada.

Dados estos puntos, hasta ahora les parecerá que ambos son estéticamente correctos, pues ambos cuerpos son simétricos y por lo tanto bellamente proporcionales. Pues no es así.

Para llegar a la conclusión anterior, mentalmente pasamos la línea vertical por en medio del cuerpo del hombre y de la mujer prototipos y ambos han salido bien librados del análisis simple, pero ¿Qué pasa con un análisis más complejo? Un análisis exhaustivo representa no sólo dividir el gráfico del cuerpo humano, sino sobre la división, subdividir y subdividir hasta lograr unidades gráficas pequeñas para analizar.

Haciendo esto, el cuerpo de la mujer que es más curvado, dará como resultado muchos cuadrantes con pedazos de curva y sinuosidades que resultarán totalmente asimétricos.

Por su parte el hombre por su complexión recta casi cuadrada, arrojará cuadrantes mucho más proporcionados que al análisis resultarán en su mayoría simétricos.

Éste análisis estetográfico valido del más grande invento de la humanidad: La línea recta, ha dado un postulado que ha de retorcer a los malos romantiquillos del altar femenino:
El hombre es más bonito que la mujer.

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