Aechenia Karum Nae

"Blog conservado en alcohol".

9/18/2005

 

"La Música y el idioma"

"Esto es un divague, bueno no, es como la primera vista de la investigación. Es como el boceto, pero lo publico porque creo que aquí ya se entiende más o menos algo... o no???"

Una de las grandes características del arte es la universalidad.
Por esto entendemos que el arte trasciende más allá del tiempo o el espacio, y con este también del lenguaje.
La carencia de universalidad en una obra la convierte en solo un intento de arte mayor, pues poseerá mayor carga de valores de asociación y valores utilitarios, será mera artesanía en cuestión de un análisis estético.
La música en concreto ha sido la menos ligada a la universalidad por su carácter popular. Y es que esta ha estado presente en los cantos del pueblo desde fechas inmemorables, pero es así precisamente como deja de ser arte. No es que la música o el arte en general deba elitizarse o que todo lo popular no sea arte de tajo (todo depende del enfoque del “captor” o “perceptor”), Sino que se le ha dado un uso impropio (amenización de fiestas, medio de expresión poética, fondo para declamaciones, pauta para danza, etc.), equivalente a freír huevos con un violín.
Cuando en una canción la música adquiere un idioma específico, corrompe su universalidad.
EL IDIOMA DE LA MÚSICA
Es entonces pues, cuando se pregunta uno ¿Debe dejar de cantarse? O ¿En qué idioma debe hacerse?, A ello vienen muchas respuestas.
Lo que vuelve versátil a un instrumento musical es su capacidad –a partir de sus características técnicas propias o esenciales- de emitir sonoridades agradables al escucha.
La voz humana es uno de lo más versátiles instrumentos de la música entonces, ya que se puede tener una voz que inspire paz, sensualidad, maternidad, virilidad, guerra o con una técnica o modulación adecuada, una gama insondable de sentimientos despertables, cualquier estado humano.
El meollo del mecanismo sonoro de la voz y su versatilidad radica en una unidad: La sílaba.
Un idioma tiene en su repertorio trillones de sílabas que no son independientes, pues la mayoría están destinadas a palabras en específico y su sola pronunciación ya puede traer a la mente la palabra a la que pertenece. Todas esas sílabas vueltas palabras son “musicalizables”, pero al encontrarse con el factor de la universalidad, las piezas compuestas para este idioma se desbaratan ante la idea de que las sílabas unidas en una palabra carecen de significado en otra lengua.
Las piezas escritas en este idioma pues, ayudadas por su musicalidad, pueden transmitir sentimientos, pero siempre será parco el resultado. Para lograrlo bien se necesitaría un idioma universal, siendo paradójicamente el idioma universal, la música. Se necesita entonces prescindir de idioma alguno e instruirse en el lenguaje, entendido como capacidad humana.
NINGÚN IDIOMA PARA LA MÚSICA.
¿Por qué no un idioma universal artificial o como en otros tiempos: el latín?
Básicamente por una cosa: Si la música no necesita idiomas, es porque no tiene nada qué decir en el sentido estricto de la palabra.
¿Cómo usar la voz entonces sin un idioma? Pues simple: Con sílabas. Como cualquier otro instrumento transforma la idea y sentimiento del artista en su sonido característico y único; llámese un tono agudo y llorón del violín, el sonido eólico de un clarinete o la gigantesca y sobria escala de un piano de cola, Sin pertenecer a un idioma específico (como tampoco los instrumentos mencionados y todos los demás) la voz transformará la idea y sentimiento del artista en su sonido característico y único: La sílaba.
Así el artista genera un idioma propio, universal e inexistente como tal pero que con todas las prestaciones de la voz será capaz de transmitir emociones libres de la barrera del idioma.
Propio porque será hecho a su gusto y necesidad interpretativa individual.
Universal porque, aunque pudiera pensarse que se trata de un idioma personal y plenamente íntimo y por lo tanto inútil para comunicarse con los demás, las sílabas creadas por el autor habrán sido hechas para transmitir emociones pasando de cualquier idioma, es decir, sin atarse a ideas fono-gramáticas (Ej. escucho palabra-pienso signo-proceso información- pienso significado-asimilo idea-asimilo mensaje-espero siguiente palabra.), sino a ideas puramente fono-estéticas.
Esta liberación de idioma trae consigo una también liberación de procesos neurológicos, pues recuerde el lector que cuando se escucha un idioma distinto al materno uno no distingue palabras ni lo que las divide. Es por eso que al cantar en modo silábico (sin idioma) la obra es más apreciable en su conjunto, pues para el escucha no hay ilación entre palabras y se debe contar con más concentración para apreciar. Bajo esta modalidad de pensamiento, se provocan uno o varios efectos dominó de sílabas solo definidos por grandes pausas (silencios) o por el final de la pieza musical.
El escucha estará de este modo conciente de que el bloque silábico que se divide por silencios contiene una o parte de la idea del concepto musical de la pieza, procesando en su entendimiento segmentos acústicos más largos; ocupando así en el proceso -por decirlo de algún modo- “Una estrofa silábica lo que una palabra en un idioma específico”. (Ej. Escucho silábica y asimilo mensaje durante el efecto dominó-espero siguiente silábica).

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