El pelo largo calienta la cabeza, lo hace a tal grado que en los momentos del sol en picada dan unas inmensas ganas de no pensar. Puesto que pensar –como acto regular humano- requiere de sangre en la cabeza y la cabeza actúa a su vez como enfriador (al igual que los brazos y en menor grado las piernas) y al subir la sangre se topa con esa olla de neuronas calientes, dan ganas de no pensar y surge una indispocisión a actividades físicas. Surge el mal humor.
Naturalmente, la mujer (que en la mayoría de los pueblos tiene el pelo largo) crece con dicha situación y por ende no es perceptible para sí; tendríamos entonces una individuo no-pensante pero malhumorado, pero como es de saberse, la mujer tampoco tiene este derecho y culturalmente se le ha transmitido que no debe ser agresiva. Tenemos una individuo poco-pensante, sumisa y reprimida.
La segunda característica de este arma cultural es la hipersensibilidad que caracteriza al cuero cabelludo, si se tira del cabello se domina automáticamente a una persona que además no tiene ni suficiente fuerza física, ni moral, ni cultural, y por ende tampoco espiritual.
La tercera es la capacidad expresiva del cabello. Es capaz de comunicar las más diversas situaciones; si te acabas de bañar, si no te has bañado en n cantidad de días, si te acabas de levantar, si te lo cuidas o no y desde cuándo (lo cual ya delata una posible disposición al cortejo), etc. Se puede tomar al cabello como un instrumento de monitoreo. Es, por ejemplo, común en nuestro país la creencia de que el pelo se vuelve opaco cuando un hombre lo ha estado tocando; y en cierto modo es verdad, dado a que los hombres tendemos a tener más sucias las manos y mucho más en la antigüedad, cuando supongo se generó el rumor.
La cuarta forma de dominación del cabello es la dirigibilidad. El pelo que cae sobre la cara por los lados reduce significativamente el ángulo de visión, la mujer crece con esto y es realmente raro quien en la mayor parte de su vida se conduce con el pelo largo y totalmente recogido. Esto sólo lo he visto en otro lado: los bozales de los burros, mulas y caballos. La función de éstos es tapar mediante una suerte de red, el hocico de la bestia y con otra pieza colocar dos trozos medianos de cuero a cada lado externo de los ojos; el motivo: evitar que se distraigan con los animales del otro sexo, de la otra especie, la comida, etc.
Represión, dominación, castidad. Si la mujer cuenta con éstas características es atractiva.
(He notado, por el contrario –aparte de su menor índice de atracción- que las mujeres con el pelo corto -cortito- muestran en menor medida ésas características y como dato curioso, tres de esas cinco con el pelo cortito que conozco son lesbianas y una bisexual o eso dice)).
Sí, me hecho esto a mí con este loco fin de estudio y para ver qué tan justificada está mi misoginia crítica (de “criticar”, no de que sea situación “crítica”).
La conclusión que llevo hasta el momento es que si bien se puede alegar que las mujeres cuentan con todo hoy para su emmagoldmaniana emancipación (cualquier cosa que eso signifique) no lo han hecho, y eso es por demás criticable, por donde se le vea y desde cualquier escenario, pero no es la última palabra, pues me he dado cuenta de otra cosa:
La mujer es como un pájaro que nace y crece en una jaula (una jaula muy bonita por cierto: llena de estética y alabanza). Cuando ven a través de ella sólo ven dos o tres barrotes, y eso no parece una jaula (además, si los barrotes son bonitos…).
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