Tengo yo también preguntas. Yo vivo en Comonfort, un municipio promedio al este del estado de Guanajuato. Los paisajes de casi toda la entidad federativa se parecen a los descritos por El ingenioso Hidalgo… ¿Habrá tenido algo de esto el Señor Don Quijote?, ¿Hay algo de esto en España? Nunca he oido decir nada de esto acerca de Europa entera, además de los relatos de tierra fantásticas.
El más grande ¿Y-Qué?
“Me debato entre la vieja catedral y las ruinas paganas”. Rubén Darío me parece un buen tapabocas para el más grande “¿Y qué?” que se le pueda salir al lector.
El paisaje que describo aparece tan común a lo largo de todo el país. A veces, como es el caso de Valle de Santiago (al noroeste del estado), hay lugares que albergan las historias, mitos y leyendas más tolkienianas que se pueda imaginar: desde lagos con dinosaurios y ovnis hasta estatuillas de santos que se mueven, pasando por duendes y hadas de toda índole. Todos ellos en bosques neblinosos, pantanos, montañas encantadas y templos perdidos.
¿Qué hacen España, Inglaterra y Alemania metidas en este lugar de asentamientos purhépechas, pames, y chupícuaros?
“Me debato entre la vieja catedral y las ruinas paganas”.
El paisaje de hoy y de cada enero está omnipresente en los libros de los elfos, los trasgos, las hadas, espantajos y demás personajes híticamente europeos. Pero en él se ven, más azulosos que nunca, como plantas míticas y mágicas, los mezquites, el tepetate rojo, los nopales y los magueyes. Sólo es de sustituir los duendes por Alushes (que eran los duendes de los mayas).
“Me debato entre la vieja catedral y las ruinas paganas”.
Un ¿Y qué? Transformado en ahá…
Es difícil ser mexicano. Y de eso sí me quejo. Ustedes, europeos, viven en un continente horizontal, y mientras no sean rusos, su país es pequeño y atravesable. Nosotros los imaginamos como que para donde conduzcan, a las dos o tres horas ya están en otro país, cada uno con lengua diferente.
En América, el continente vertical, sólo se habla masivamente español, inglés y portugués (y el francés en parte de Canadá). Rara es ya la lengua aborigen. Nosotros lo mexicanos conducimos horas y horas, a veces días enteros y aún no hemos salido del país. Lo peor no es eso, sino que cuando salimos, pareciera que no. El idioma es básicamente el mismo, igual con los rostros, climas y paisajes.
Talvez por eso tengamos una idea casi de ensoñación de “recorrer el mundo”, imaginamos “el mundo” tan lejos porque nos cuesta mucho salir de nuestro país siquiera, y de los lados más angostos, encontramos la gran muralla de los dos océanos.
Tenemos cierto aislamiento geográfico, pero una conexión cultural ageográfica con Europa. Sus digamos, “Duendes” llegaron a la fuerza, y a la fuerza también se fueron. Sin embargo, tras doscientos años de “libertad” y que éste perspicaz mestizo lo analice, no eran tan diferentes los duendes de los alushes. Aquí, entre los cerros en que se ubica mi casa y desde donde se fuga mi blog, viven los monstruos del (casi, casi) inglés H. P. Lovecraft, La leyenda de Santa Cecilia, los elfos y las quimeras de Tolkien… Y todos nosotros como Rubén Darío, algunos con conciencia, otros en automático y otros tantos de corazón, sentimos las ganas de decir:
“Me debato entre la vieja catedral y las ruinas paganas”.
Reprise
O de decir (también):
“No soy de aquí ni soy de allá…”.
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