Siempre me ha dado por destruir mi trabajo. Desconozco con exactitud el porqué, que debe estar muy enterrado en mi subconsciente y no puedo ver con claridad.
Cada cosa más o menos artística o artesanal que hago, como no sea escrito o musical, terminará inevitablemente expuesta al fuego, de pelota de fútbol o navegando en el río. Si no es que se la pongo al tren.
Los gráficos, por ejemplo, son los que suelen ser convertidos en cenizas.
Nunca me ha gustado considerarme alguien “gráfico”, pues tengo un problema con lo gráfico: Nunca me sale lo que quiero. Salen cosas buenas, a veces hasta excelentes cuando no pasablemente decentes, pero nunca es lo que yo planeo. Siempre termina saliendo algo que yo no quería. Y en principio está bien, mucha gente trabaja así; pero para mí es frustrante a veces traer atorado algo en el corazón y que salga otra cosa en su lugar. Por eso dejé de pintar y me pasé a la música y a las letras, donde afortunadamente no pasa lo mismo.
No sé tampoco porqué pasa eso, pero en principio nunca he sido de trazos finos. Mis líneas rectas son tan rectas como la carrera política de Roberto Madrazo, y desde temprano me di cuenta de eso; como dicen por ahí, los hombres (y los niños) somos re-feos y escribimos re-feo. Nunca nos salen derechitas las rayitas, por eso cuando veas a un hombre dibujar una perfecta línea recta, duda. Duda mucho.
Pero bueno, mi caso de población de curvaturas es extremo, no obstante el de Van Gogh no es precisamente llano y limpio, así que tampoco lo consideré obstáculo ni causa. La verdadera causa, lo verdadero que bloqueó mi expresividad gráfica lo ignoro en su totalidad. Mas eso es poco lo que me interesa, lo que quisiera yo saber es porqué tiendo a destruir mis trabajos no textuales o musicales.
Cuando lo hago me siento muy bien, como si emitiera las palabras “Me costaste mucho, fuiste un reto y aún así puedo (¡Pas! Pisotón) hacer muchos (¡Pas! Otro pisotón) más chingones que tú (¡PAS! Pisotón final)”. Ah, lo olvidaba, si puedo escanear, filmar o fotografiar la obra antes de desmembrarla lo hago (tampoco sé porqué, como que gozo de la efimeridad de la belleza –quiero pensar-), pero si no, no me quita el sueño.
Ésta fue la última víctima (Yo quería dibujar un paisaje realista y miren lo que salió), así que por favor, lejos de preguntarme porqué la quemé, mejor empieza a pensar en una respuesta, que me hace falta. (Se la dejo caer a Noemí, que es mi blogpsicóloga de cabecera).
.
.
.
.
.
Ah, sí; Casi lo olvido:
¡Ajajajaja!
Pase a contestar la encuesta porfavor, al fondo a la derecha.