Los estados céntricos del país siempre habían aportado el mayor número de soldados y dinero para las guerras. Michoacán, Guanajuato, Querétaro, Hidalgo y San Luís Potosí por su herencia más cargada española, tendían (y tienden aún) a ser muy cristianos, hasta el borde de lo ortodoxo. Los estados del centro conservan dos cosas: un buen idioma español con un acento muy neutro y una mochéz cristiana impresionante. En aquella época no fue la excepción (1832, si mal no recuerdo) y se dio el movimiento cristero; cristianos luchando por la libertad de culto y reformistas luchando por un pueblo libre de cruces en la espalda. Ninguno ganó.
En ésta bola de nuevas tradiciones comenzó la representación de los españoles vestidos de mujer... toda una obra teatral.
Parecería una tradición llena de mucha lógica, pero no es así hoy.
La iglesia nunca pudo cristianizar del todo a los chichimecas, y aún hoy en México, la religión cristiana está muy ligada a la brujería y a la santería; prueba de ello son las "velaciones". En tiempos prehispánicos los pueblos se desvelaban drogados para adorar a un dios, hoy no se meten peyote, pero sí mucho, mucho alcohol velando una novena (nueve noches) a un santo.
De tal modo pues que se hacen velaciones antes de llevar a cabo ésta tradición que hoy lleva el nombre de "El paseo de la pólvora" (por aquello de que pasaron los españolas por muchos puntos). Los Generales hoy le obedecen a la bruja mayor, curandera de la comunidad (méndiga, tiene Sky y yo no) y algunos tienen el cargo de conseguir el tequila, otros de conseguir el grupo musical, otros de poner los fuegos artificiales y otros... de conseguir los travestis.
Se enfrentan a media calle los dos bandos. Ya nadie se viste de indio (y no todos saben porqué andan ahí porque ya andaban pedos desde las velaciones o desde su casa), usan ametralladoras de juguete chinas, de cohetes avientan cebollitas y palomas, se visten con carrilleras de cartón y sombrerotes tricolores de esos que dicen "VIVA MÉXICO CABRONES". Como la mayoría se encuentran ebrios, se agarran a golpes de verdad muchas veces, pero la bruja mayor es ley y pone orden. Bueno, hasta usan resorteras y palos, me cae.
Cuando los españoles van perdiendo -como la historia lo indica-, van y se esconden en una casa, y salen de rato unas bellas damiselas traídas de los mejores y peores antros travestis de las ciudades vecinas (los cuales como les gusta el desmadre también se ponen borrachas).
Y ¡Sopas! que empieza la suuuuuuperrrrr-Cumbiaaaaaa!!!, y a bailar se ha dicho.
Por el carácter etílico de la situación ya nadie se acuerda, ni en el momento ni en la tradición en sí de que los españoles debían matar a los indios. Todo termina en una orgía alcoholizada y homosexual al ritmo de cumbias gruperronas, un castillo de cohetes y una limpia espiritual y drogada que tiene que hacer la bruja mayor al mismo tiempo.
Creo que así debería haber sido la historia.
Ya nadie de ellos -excepto los generales y a medias- recuerdan de qué se trataba o cuál era el antecedente histórico. Sólo hacen el espectáculo que se recrea tres veces (¡Tres veces todo eso!) en otros tres lugares.
Es todo, todo un show de un rancho surreal.
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