La verdad es que mi alma es la de un niño de Kosovo.
La verdad es que a los buenos presidentes de este mundo Visantino no los hemos criado todavía y que la salsa catsup es el único tomate que puedo tolerar.
La verdad es que el amor de mi vida vive en un noticiario de Sarajevo; periodo 89 - 90.
La verdad es que tengo un hemisferio rojo y otro blanco, un corazón negro y la piel amarillosa.
Que a veces me hace más falta un billete de Sor Juana que un pedazo de inspiración y me rehúso a despertarme para ver el amanecer por bello que éste sea.
Que no me importa esperar por meses un cumpleaños por un vaso de bodka azul, que le tengo un miedo terrible a ver un atardecer solo y a escuchar a mis amigos reír sin mí.
La verdad es pues, que se me dificulta el acusativo en los idiomas y que cada sonrisa de dama la considero un señuelo que me veo forzado a rechazar por la cordura; que cada caballero que me tiende una mano es ya más que mi amigo y que odio las alas de mariposa por su inexistente eternidad.
Que lucho, lucho incansable contra la estática: la existencial y la de mi cabello, que algún día se ha de acortar; Que defiendo a mis ancestros del olvido y al olvido mismo lo traigo de llavero para cualquier pregunta que me hagas.
Digo la verdad de que el florido y común placer de comer adquiere en mí circunstancias rituales, que la lechuga me devuelve la vida y las naranjas la niñez. Que los árboles siempre fueron el mayor misterio de mi mente rodeadora y escalante y que mis piernas no sirven mas que para caminar al sur.
La verdad es que mi alma siempre fue la de un niño de Kosovo, de Transformers disléxicos, de ojos verdes cuando veía limones y ojos guindas cuando cerezas.
La verdad neutra es que gozo de ser verdadero; la gran verdad es que mi alma siempre fue la de un niño de Kosovo y mi amor aún vive en Sarajevo.