Ayer sentía lástima del saco del Jefe Diego, deshilachado por manos multitudinarias y admiración por un Bartlett defensor de la nación -cosa rara para cualquier terrícola- mientras se discutía a pedradas de estrado acerca de la Ley Televisa. Vi monstruos, vi luchas carniceras cual pitonisa de T.V. y a nadie amando su oficio por lo que hace, sino por lo que da: ego. Está bien, está bien. Luego porqué hay asesinos seriales.
Los vi a todos con caras más serias y fruncidas que el asterisco de un elefante, con las ondas de un David retórico en sus manos de senecto, de "senado", y sentí que me destrozarían estando ahí tan solo por mi aparente paz.
-Míralos, tienen todos cara de emputados -le dije a mi madre en la cocina, con el lenguaje que se pudo salir a traves un pan a medio morder y de un yo medio desnudo.
-¿De qué?, ¿De diputados?
-... también*.
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Hoy es Viernes de Dolores por la noche y en éste rancho de porra tienen la costumbre de regalar nieve en las noches, por eso me voy acabando este post. No soy cristiano ni mormón, ni mamón -no tanto- ni testículo de Jeová, pero no recuerdo quién dijo: "El mito es el descanso de las mentes libres" y si nadie lo dijo pues ya lo dije yo. Ande pues.
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(*) No son diputados, sino senadores, que pal' caso de la jeta que ponen es lo mismo.