Aechenia Karum Nae
"Blog conservado en alcohol".3/01/2006
Auto-Claun!
(O "De cómo auto lastimarse y destrozarse por completo en un post")
Mis uñas sardónicas arañan los muros de Polanco;
mi alma albina, cierra sus ojos rojos ante el espejo de mis retinas.
Tengo una cabezota de biznaga que rueda despavorida del desierto de Morrison, mientras en un hotel mi lengua de perro callejero saborea los sueños rosas de la hija del presidente Fox.
Me desmembro frente a los niños, me desmembro frente a la audiencia; como un payaso que llora tristes bengalas de negación globofórmica;
Me desmembro frente a mi madre.
Así mi dedo llega a las nalgas de Martita, me cago sobre el recuerdo centúrico de mis abuelas, mis piernas se abren al diálogo con mi padre ¡Con mi padre!
¡Mi boca! Se atora con sangre y feliz en la bragueta nueva de Bono, los árboles de la mierda apostólica crecen pacíficos junto a mi nariz, salgo a las calles blasfemando con mi vestido papal y mi espalda carga un garigoleado tatuaje televiso.
Lástima. Lástima que mis pies –en ausencia de ojos– rueden por debajo a mi biznaga, como una pelota inmulticolor. Lástima que en esta fiesta –mi fiesta– no termine de pisarme la cabeza ni de espinarme los pies.
Mis uñas sardónicas arañan los muros de Polanco;
mi alma albina, cierra sus ojos rojos ante el espejo de mis retinas.
Tengo una cabezota de biznaga que rueda despavorida del desierto de Morrison, mientras en un hotel mi lengua de perro callejero saborea los sueños rosas de la hija del presidente Fox.
Me desmembro frente a los niños, me desmembro frente a la audiencia; como un payaso que llora tristes bengalas de negación globofórmica;
Me desmembro frente a mi madre.
Así mi dedo llega a las nalgas de Martita, me cago sobre el recuerdo centúrico de mis abuelas, mis piernas se abren al diálogo con mi padre ¡Con mi padre!
¡Mi boca! Se atora con sangre y feliz en la bragueta nueva de Bono, los árboles de la mierda apostólica crecen pacíficos junto a mi nariz, salgo a las calles blasfemando con mi vestido papal y mi espalda carga un garigoleado tatuaje televiso.
Lástima. Lástima que mis pies –en ausencia de ojos– rueden por debajo a mi biznaga, como una pelota inmulticolor. Lástima que en esta fiesta –mi fiesta– no termine de pisarme la cabeza ni de espinarme los pies.
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