Aechenia Karum Nae

"Blog conservado en alcohol".

1/28/2006

 

Irreversible

Después de la muerte está la nada. El total no existir. Es inconcebible, sí; igual que ese número de estrellas que empieza con un uno y le siguen quince ceros. A nadie le cabe en la cabeza, es demasiado. Mas el concepto abstracto está ahí y si nos ayudamos de sinestesias como la arena de la playa o las hormigas del mundo es casi, “casi” pensable.

Alguna vez leí en El libro negro, que Gog o uno de sus conocidos deseaba abrir una universidad de lo desconocido. Ingnóstica o Ignorántica se llamaba la ciencia de especialidad. La idea era hacer científicos sapientes (mejor dicho, conscientes) de absolutamente Todo lo que se desconoce.

La función de tan extraña carrera era la de hacer saber al hombre que sabe muy poco, en primer plano. En segundo, hacerlo saber qué campos están inexplorados para empezar justo desde ahí.

Pues bien. ¿Cuándo muere alguien? “Cuando ya nadie le recuerda” me diría algún filosofiado.

Podría ser.

Pero ahora ¿Cuándo realmente ya no recordamos? Es decir, yo no conocí a mis tatarabuelos, ni siquiera a mis bisabuelos; pero a veces, cuando me veo en el espejo, puedo imaginarme cómo fueron. Cómo de algún modo viven en mi, en mi rostro, en mis venas. A veces incluso me imagino a mis antepasados: Yo soy un completo mestizo, he de confesar. Tengo una pelambrera negra y rizada, una tez que oscila entre lo rojo, lo amarillo y lo moreno; tengo una cabeza medio taka taka o chichimeca, una nariz judeo-cristiana, un rostro medio celta, unos ojos como moros, y unos labios definitivamente negroides.

Tengo el lenguaje y el primer apellido españoles, mis dos nombres son arameos y mi segundo apellido tiene un origen germánico. Soy toda una bola de pedacería. En fin, ¿De dónde vengo? No lo sé. Pero a veces me lo imagino.

¿Están mis antepasados muertos?

¿Cuántos recovecos tenían sus cuevas, había algún noble entre ellos, alguno era homosexual, cuantos dientes tenían, cómo se llamaban sus mascotas… etc…? Todo esto nadie lo sabe, ya nadie lo recuerda. Sólo es imaginable. Es entonces ello terreno total de la ignoseología.

Sabremos entonces que lo desconocido es mayor en cantidad a lo conocido, desde luego.

Cuando morimos, y después nos olvidan, pasamos a ser conocimiento perdido. Campo absorto por el Thanatos de la ignoseología.

Cuando alguien hace por recordar lo desconocido, es decir, cuando imagine a sus antepasados -conocimientos perdidos-, ¿Los está reviviendo?, ¿Les da nuevas existencias bajo otra forma?, ¿Genera nuevos seres?

Si algo de esto sucede seguramente hay/habrá una alteración en la realidad y por lo tanto en la secuenciación histórica de la humanidad y del universo humano.

Si algo de esto sucede, qué imprudente. Qué imprudente he sido.


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