El que entienda este idioma verá más de lo que los demás ven. Verá aquí que alguna vez existió en el ombligo del mundo un “Molcajete cúbico”, que era muy ruidoso, pero ordenado, pues no cualquier electro-banda se guía por partituras, a pesar de su barbarie.
El que entienda este idioma verá la barbarie, verá exactamente cómo es que una noche de sábado de concierto en el Distrito Federal, México de los White Stripes, estos tres ignorantes se juntaron y sacaron esas notas de dos tristes guitarras y una PC, notas que pertenecen a un mismo acorde todas, y se pueden adaptar a muchos otros y a muchos ritmos también, como la primera navaja de piedra que lo mismo cortaba piel que manzanas que hacía las veces de martillo, ahí está su barbarie.
El que entienda este idioma verá salir algo de la barbarie; algo que no me atrevo a definir por certeza a equivocarme. Nosotros nos limitamos a decir que era una fuerza de creación tan poderosa, muerta y azul, viva y rojiblanca, tan veloz como el viento que sólo podía salir de una Alicia de carne y hueso creando en y el país de las maravillas. Una Alicia concebidora. Hembra. Huracán. Bestia. Sinónimos muchos.
El que entienda este idioma de sonido y silencio, verá aquí la dureza, verá el reto. Una línea tan contundente, tan exacta que verá con seguridad lo difícil que nos fue hacer la torre a su alrededor para que todo siguiera en orden y no se desplomara ni muriéramos en el intento. Verá el susurro latente del fracaso entre pentagramas, aunque lo confesaré lejano.
El que entienda este idioma verá ahí un epitafio, como todos los de la música, como un despojo, reliquia de lo que alguna vez fue. Verá que el Molcajete cúbico hoy ya no existe.
El que entienda este idioma verá más que yo, que soy el autor directo. Yo y los silencios de pentagrama nunca nos hemos llevado bien, y no me gusta lo que dicen. Ellos dicen lo que oculta cada nota, y el que entienda este idioma y lea los dos compases inevitablemente lo sabrá. Yo no. He aprendido a ignorar a los silencios y darles por su lado, me he vuelto un escapista sónico. ¿La razón?
…Simplemente porque los silencios, calladitos, se ven más bonitos.