A los trece años.
Con cáncer y en la cama de un hospital.
Tu madre eternamente envuelta en lágrimas desaparece un poco de tu mente con las visitas de tus compañeros de segundo de secundaria.
Te dicen que ya pasamos a tercero, que ya van a ser los más cabrones de la escuela, y eso te alegra. Aunque sabes que no llegarás.
Todo te duele y todo te cansa. Pero no tanto. Ni siquiera tienes edad para afirmar que es el dolor más grande que existe ese de tu espalda.
Para ti la entrepierna humana es inquietud y aún misterio.
Lo más cerca que estuviste de una vieja fue cuando besaste a Rosario en la mejilla en su fiesta de cumpleaños el año pasado.
Te emocionan muchos sueños, muchos "divagues", pero te baja que sabes que tu padre se hunde en el trabajo para olvidarse de ti. ¿Qué si dolerá mucho?, ves a tu madre y lo confirmas.
Sabes que vas a morir, pero no tienes ni idea. Para ti es como cuando estabas enfermo de hepatitis, sólo que ésta ya se tardó en curarse.
¿Qué será morir?. Mejor duérmete. Ya te cansaste de pensar.
Duerme.
(Silencio.)
"Dedicado a mi adolescencia... ya muerta".