Tan temprano, si les digo que me lo hallé a las cinco y media de la mañana.
Era un anciano, de esos que ya besan con ternura la luna, por sentirse cercanos a su eterna noche.
Estaba sentado esperando un camión a Ciudad Polvorón, y mientras esperaba, hacía dos admirables obras:
La una, despedir ese olor a "viejito", que cuando lo sentimos no decimos nada, pero que cumple la ancestral función de decir, como con pequeñas reminiscencias, de dónde venimos y a dónde vamos a parar.
La segunda, un extraño dibujo -o así me pareció- que trazaba con vigoroso empeño.
Y se acomodaba, ya se enojaba, ora lo volteaba; y a ratitos, se quedaba en su babia creativa. Y luego, como que medio cabeceaba de sueño, sólo para despabilarse y recomenzar su ciclo gesticular.
Eran sólo un lápiz en una libreta maltratada y de raya.
Claro, y yo ahí de mirón.
Nomás hacía como que veía el reloj del pasillo para estirar el pescuezo y fizgonear.
Y veía y no entendía...-"¿No traerás un peso que me regales, muchacho?" -Me espantó aquel anciano con destruida voz.
¡Tarararaaaaaaa!... tara tara Ta - ra.....
-"A ver, déjame ver" -Oculté mi agandallamiento, pero al parecer no mi interés...
-"Te gusta ¿Verdad?. Esto lo hacemos los artistas y se llama 'surrealismo'".
-"¡Ándale pues!"-fingí desconocimiento.
-"Hi (algo así como 'hey'). Nomás que estos monos (desde entonces les llamo también 'monos' a las gentes) no quieren a los artistas. A veces me cobran ocho, luego dieciséis. Luego hasta veinticinco."
Le di unas monedas, no recuerdo cuanto, y puse interés en su plática.
-"Yo trabajo y hago mis dibujos, bueno. Esto no se llama dibujo: se llama 'Boceto', hi..." -una vez más la fingida demencia.
-"...trabajo en el Xochipilli, ¿Sabes dónde queda eso?"
-"Sí... cerca del (auditorio) 'Tres Guerras', ¿No?"
-"¡No! -respondió agresivamente-(me hizo pensar en su posible demencia senil), queda por allá lejos, donde por encimita del pasto nomás se ve como vuelan como chochos las muchachas y los muchachos, jeje. Suben y bajan unos y todos. Jeje."
Me hizo un gesto de complicidad que no pude negarme a secundar con su debida risita integrada.
-"Bueno, gracias, joven. Se ve que uste' si aprecia el arte. Ora' ya me voy porque tengo que trabajar temprano, y se va mi camión. Así que, con su licencia. Cuando quiera visitarme, ya sabe donde me ve, ¿Eh?".
Así fue como conocí al surrealista tardío. Don artista abordó con su bordonezco caminar de "caminito" un azulado camión y se fue.
A veces lo he ido a buscar, pero nunca. Nunca lo encuentro.
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