Yo crecí en el pastizal de los Moomin,
muy lejos de ellos, allá donde sólo el viajero llegaba.
Nunca contaba a ellos de dónde venía,
nunca me contaba hacia dónde se dirigía,
sólo cuando su sombra llegar sentía,
sentía… un no se qué.
Supe entonces que cualquier viaje es muy largo,
si se le recorre con la densura
que exige el hacer camino
por donde no ha pasado nadie.
Y hacia dónde iremos.
"De grande quiero ser como tú",
le decía al viajero grisuno.
"Quiero que mis ojos sean uno con el cielo
Como los tuyos de nube gris y lejana".
Era yo una tuna, del otro lado del charco.
No me respondía, tampoco se alejaba,
sacaba la harmónica, y me daba clases de oír.
Platicaba conmigo, aunque no estuviera ahí.
Sopla, sopla y a lo lejos se oye un Moomin;
hoy vuela un papalote,
mañana verá el eclipse.
Qué importa. Y hacia dónde nos dirigiremos.
Qué importa, y hacia dónde nos dirigiremos.
Allá nunca salió el sol,
y qué habrá tras las montañas.
Qué causa ese nublado,
no lo sé y nadie me dice,
yo crecí y acabé acá.
¿Dónde has ido viajero?
Yo crecí, y acabé acá.
Tengo tus ojos, viajero;
soy un hombre que viene y que va.
Tengo tus pies, viajero;
y no te puedo encontrar.
.
Y hacia dónde iremos, que no te puedo encontrar.
. .
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