"Lidia" se llamaba mi primera amor. "Lydia Deetz" para ser exacto.
Sí, yo sé que todos se enamoraron de su maestra de primaria pero yo no.
Corría en lluviosísimo verano de 1992 (yo contaba con seis años) y con el año las olimpiadas en barcelona -ahí también me enlelé con el tema Barcelona Nights, pero esa es otra historia- y de repente se fué la luz.
Para situarnos a todos en el ambiente 92, el presidente de México era Carlos Salinas de Gortari (Alias El Pelón de Dublín, El Chupacabras, Orejas de Portari, etc.) No había en escencia Tratado de Libre Comercio por lo que un chocolate Snickers podía costar hasta treintamil viejos pesos. ¿Ya? ok.
Como decía, un rayo tumbó y quemó un poste por lo que me quedé sin luz en una tormenta de granizo.
"Tormenta de granizo" para mi no significaba"
el techo de lámina de la casa se va a caer en tu cabezota y se va a la mierda tu patrimonio" sino más bien "
Chin, no voy a poder salir a jugar". Lo bueno es que hoy el techo de mi casa ya es de concreto (
¡Ya tenemos carretera, Don Beto!, Snif que buenos tiempos).
Me quedé en mi casa a esperar pasara la tormenta y mi padre conectó la tele a la batería del carro.
Me dejó con la tele y se fue a la cocina con mi madre a hacer de comer pasado el pánico -quiero pensar-. Nunca me gustaron las barras asimétricas y le cambié al canal Cinco de Telerrisa , en donde en "Cine permanencia voluntaria" me parece, pasaban "Beetlejuice".
Sólo alcancé a ver unas escenas que ya no recuerdo porque el granizo tiró a madrazitos el cable de la luz y en lo que mi padre lo reestableció pasaron más de diez minutos.
Entonces la vi, vi esta escena de la cual me enamoré.
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El nombre de la película, la trama, los personajes, el nombre de la actriz lo supe años después.
Mientras, yo sólo sabía que estaba enamorado de Lidia.
Yo en mi pequeñez hacía un cálculo de edades y me decía: "
Chance y sí la armo, ella debe tener como 17 y yo tengo 6, cuando yo tenga 24 ella 35..." y luego: "
Pero ella vive en Estados Unidos y yo acá"..."
¡Mamá, ¿Cuando puedo sacar mi pasaporte?!" -siempre fui un niño con conocimiento de entorno-.
Hoy estoy a cuatro años de mi plazo y a los mismos kilómetros de distancia, con el tiempo saber que mi Chica Ryder es una enfermiza cleptómana, sigue igual de sombría que cuando Lidia y...
No dejo de repetirme que es poco probable.
No dejo de repetirme que todo es posible.
Esto sonaba de fondo en aquella escena,
después de muchos años (suspiro) la encontré.